La especie humana / Robert Antelme ; traducción de Laura Masello.
Tipo de material:
- texto
- sin mediación
- volumen
- 9789684115316
- 9789974321441
- Espace humaine / Español.
- 940.53185 A6276 2022
Tipo de ítem | Biblioteca actual | Colección | Signatura topográfica | Copia número | Estado | Fecha de vencimiento | Código de barras | |
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Jardín LAC Vizcaínas Biblioteca de colecciones curadas | Cultura de paz y no violencia | 940.53185 A6276 2022 (Navegar estantería(Abre debajo)) | Ej. 1 | Disponible | JLV24110593 |
Traduccion de: L'Espace humaine.
“Robert Antelme ingresó en 1943 al grupo de la resistencia francesa que encabezaba Franwis Mitterrand, junto con la que entonces era su esposa, Marguerite Duras. Tenía veinticinco años. En 1944 fue detenido por la Gestapo y deportado a Buchenwald, Gandersheim y Dachau, de donde salió en mayo de 1945. Al ser liberado, Antelme pesaba treinta y cinco kilos y sufría de delirio tóxico por tifoidea. Al volver a Francia, empezó a escribir inmediatamente la memoria de esa temporada en el infierno que sería La especie humana, publicado en 1947 en una pequeña editorial fundada por Marguerite Duras y Dionys Mascolo. Diez años más tarde, por intervención de Albert Camus, se reedita una versión definitiva en Gallimard. Desde su primera aparición el libro fue recibido por la crítica —Maurice Blanchot, Perec, Sarah Kofman— como una obra importantísima. Antelme participó en mayo de 1968 en el Comité de Acción Estudiantes-Escritores. Murió en 1990. En tiempos en que la especie humana parece dividirse violentamente en castas separadas, es imprescindible el testimonio de este gran escritor: aunque los prisioneros de los campos están continuamente a punto de convertirse "en aquello que lucha sólo para comer y muere por no comer", llevados a la frontera de la especie para ser convertidos en no humanos, "no hay ambigüedad, seguimos siendo hombres, moriremos siendo hombres, la distancia que nos separa de otra especie sigue intacta. No podemos cruzarla, y los SS no consiguen que lo logremos". Antelme comprendió que testimoniar no bastaba. Los hombres y mujeres que acababan de vivir la experiencia de los campos no podían ser creídos ni comprendidos si no inventaban un lenguaje para expresar lo inexpresable. Escribió un libro seco, desnudo, preciso y extraordinariamente sereno, de una lucidez indomable, un libro que es, según palabras de Georges Perec, "el ejemplo más perfecto de lo que puede ser la literatura", o según Edgar Morin, "una obra maestra de la literatura desprovista de toda literatura". Uno de los libros centrales del siglo XX.” -- tomado de la contraportada.
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