Librovejero /

Ya no me quedaban hojas de vida. -- García, el que vendo. -- Aguardar a Neruda. -- Ese libro. -- «A este tiempo lo llamarán antiguo». -- «Este es un día feliz». -- De Gabo a Mario. -- Cinema Paradiso. -- Juan Saadé y La Oportunidad. -- El destino de un librero de viejo. -- Arquímedes. -- Corazones, Juan Forn. -- La chaqueta y el morral. -- Fina, mi Fina. -- CinFin. -- Mi Eliseo, Fefé. -- Hiroshima. -- Gitana. -- «El arte de la espera». -- Silvia loo. -- Gabo en la memoria de José Luis Díaz-Granados. -- Buzo de libros. -- El Abuelo. -- Borolas. -- El Rojo. -- Mi primer autógrafo: Mario Benedetti. -- El papel del librero en la transformación del mercado en lectura. -- Vivir para contarla. -- Orlando Ñungo. -- Eligio.

"Un clásico es un amuleto que nos ayuda a organizar el mundo. Al menos así lo entiende ltalo Calvino. Por supuesto que está hablando de la idea abstracta, la historia, las palabras que quedan resonando en nuestras cabezas. No se refiere a una primera edición de Cien años de soledad firmada por el autor, ¿o sí? Para Álvaro Castillo Granada, en el libro que el lector ahora sostiene en sus manos, la respuesta es positiva. Con una prosa ágil, inteligente, limpia y compleja, va exponiendo cómo los libros usados, el objeto que muchas veces damos por sentado, son el eje rector de nuestra existencia. Bibliotecas, ejemplares firmados, ediciones imposibles de hallar, títulos caprichosos, escritores y libreros entrañables son las coordenadas que orientan este universo. El Librovejero evidencia que la materialidad de las publicaciones moldea la actividad intelectual, que el objeto no solo contiene pensamientos sino que los influye, que los volúmenes tienen vida propia y establecen diálogo entre ellos. Sobre todas las cosas confirma que el oficio de librero se convierte en una herramienta para combatir la despiadada homogeneidad con que se impone el capitalismo hoy en día." -- tomado de la contraportada.